«La naturaleza no hace nada incompleto ni nada en vano» Aristóteles
Son las 8:00h de un sábado cualquiera de junio. Me despierto, tomo un café rápido, cambio mi pijama de verano por ropa ligera, calzado cómodo y mi tote bag. Me dispongo a hacer eso que me encanta pero que el día a día, entre tareas y exigencias, no me deja hacer. Llevo varios días pensando en la falta que me hace y hoy por fin voy a disfrutarlo. Me dispongo a dar un paseo consciente por el campo.
Parece un plan sencillo pero cuando la palabra “consciente” acompaña a la palabra “naturaleza” se trata de una terapia… una sanación para el cuerpo y la mente. Y despertar los 5 sentidos no es fácil, se debe ejercitar y ser constante en la práctica. Es necesario para tomar consciencia de que somos seres vivos y nuestro hábitat natural es la tierra. Todo lo demás está de más.
Sin poder evitarlo, mi cabeza me lleva a la realidad, al atelier, y a la reafirmación y necesidad de seguir utilizando materiales eco y técnicas artesanas respetuosas con el medio ambiente, en la medida de lo posible. No hay otro camino para preservar nuestro hábitat y poder disfrutar de estos momentos de «mimetización».
La noche anterior ha llovido y aún puedo sentir el petricor (olor a tierra mojada), el olor a las flores silvestres que crecieron en primavera y que aún persisten, creando un paisaje frondoso y aportando color a una base de matorrales en tonos verdes y amarillos. Intento guarda un poco de brisa fresca para cuando el calor apriete durante el día de hoy. Y miles de insectos hacen vida mientras yo me tomo un descanso en la mía. Es el perfecto caos.
«Si cambias el modo en que miras las cosas, las cosas que miras cambian»
Wayne Dyer