Donde nos llevó la imaginación,
Donde con los ojos cerrados,
Se divisan infinitos campos
El sitio de mi recreo- Antonio Vega
Hay rincones en la casa que son nuestra debilidad. Donde descansamos nuestros pensamientos y alma, donde nos apetece volver cuando queremos desconectar o tras un día difícil. Sofá, dormitorio, porche (quien tenga la suerte)… Y el mío es este sillón en puro lino natural que me renueva de un largo día y me carga las pilas para seguir.
Lo mío con la colección Roma fue un flechazo en toda regla, la diseñamos y confeccionamos en el atelier y cuando estaba lista la primera pieza le busque un rinconcito en casa. Esta primera pieza fue el sillón Roma y seguido a él llego la banqueta a conjunto. Una colección realmente especial para mi por su diseño, sus líneas sencillas y sofisticadas y la luminosidad de su tela. Sello de la decoración mediterránea por excelencia.
Y desde entonces se ha vuelto el mi rincón preferido de casa. Cuando estoy en él mi mundo para un instante. Me dejo abrazar por su tela de lino y reposo mis piernas en su banqueta de la misma colección. Es tiempo de leer, tomar un té, ver una serie o, en esta época del año, despedir el verano a través de la ventana entre días de sol y lluvias, a veces suaves, a veces torrenciales. Al menos, aquí en el mediterráneo, septiembre y octubre son meses de “gota fría”. Es tiempo de decir eso de “Hogar, dulce hogar”.
Pero volviendo a el sillón, no solo es una pieza de decoración preciosa, que aporta calidez y luz a mi salón, si no que me transmite paz. Hay rincones en la casa que tienen nuestro nombre y apellido; la silla donde nos sentamos a comer, el lado del sofá, el lado de la cama…
En definitiva, como dice la canción de Antonio Vega, “Allí donde me recreo…”